Existen varias consideraciones a tener en cuenta a la hora de determinar el precio de una pieza. Aún así, existen diversos factores que intervienen en un contexto determinado. En este artículo compartiré con ustedes algunas apreciaciones en base a mi experiencia al respecto.
Nociones elementales
Incluyo estas líneas para quienes no son del rubro y quieren conocer que elementos se consideran a la hora de valuar una moneda o billete. A menudo me consultan si es la antigüedad, el material de confección o la cantidad acuñada. La respuesta es todas o ninguna. Como cualquier bien, el precio esta dado por la oferta y la demanda. Existen piezas muy escasas pero con valores módicos, y otras con mayor disponibilidad pero con alto precio. Lo mismo con la antigüedad, usted puede conseguir monedas del Imperio Romano por unos pocos dolares, y ver en el mercado monedas de hace 20 años a precios exorbitantes.
Dicho esto podemos abrir un poco el abanico y ver que atributos hacen que una moneda sea mas deseable que otras. En primera medida el valor histórico puede ser un comienzo, la cantidad disponible en el mercado y la temática de ese objeto. Por ejemplo la moneda colonial española es muy coleccionada en el mundo y eso eleva el precio de ese tipo de piezas. Otro atributo que suele generar bastante confusión pero que es uno de los más importantes, es el estado de conservación, es decir, el estado general de la pieza en comparación con otras de su tipo. A veces es difícil de entender para los neófitos que dos monedas del mismo tipo y año puedan valer tan diferente. En numismática hay diferentes escalas para definir el estado de una moneda. La más elemental es esta:
B: Bueno MB: Muy Bueno EXC: Excelente SC: Sin Circular FDC: Flor de Cuño
Existe cierta linealidad en los precio para un tipo de moneda, entre los estados B y EXC. Pero la curva comienza a dispararse exponencialmente en los últimos dos estados. Por ejemplo, una moneda de la Asamblea de 1813 de 8 Reales, puede costar 300 en B, 600 en MB, 900 en EXC , 2000 en SC y 6000 en FDC. El fuerte aumento en los últimos estados se da por la baja disponibilidad monedas de 1813 en esos estados y la enorme cantidad de gente que las busca. Esta situación muchas veces genera tragos amargos. Es común que me ofrezcan una moneda en estado MB y vengan con expectativas de SC porque vieron un remate o alguna en venta en Internet. Determinar el grado de cada moneda, es tarea de profesionales. Lo que muchos particulares definen telefónicamente como perfecto estado, en términos técnicos quizás ni siquiera llega a un MB.
Catalogos numismáticos
Una gran herramienta para orientarse respecto de precios, son los catálogos numismáticos. Existen diversos y en lineas generales presentan una orientación bastante certera. Sin embargo no son la última palabra y esto ocurre por varios motivos.
Los catálogos se actualizan cada ciertos períodos de tiempo, y los mercados a veces fluctúan con más velocidad que la publicación de los mismos, para arriba o para abajo. De hecho, no son los catálogos los que imponen los precios, estos solo reflejan las últimas transacciones conocidas. Es decir, van por detrás del mercado y cuando un catalogo sale demarca los precios hacia atrás, pero no hacia adelante donde los compradores y vendedores siguen marcando la vara. Sumando que las actualizaciones a veces no son completas o incluyen muchas discrecionalidades de sus autores.
Distorsiones en línea
Los sitios de venta son una gran herramienta para quienes compran o venden, pero son un mal sitio para buscar referencias de precios. Uno de los atributos más democráticos de estos portales, es que cualquiera puede publicar cualquier cosa y ponerle el precio que desee. Tanta libertad es celebrable, pero eso genera una variedad de precios ridícula. Una persona en cualquier parte del mundo puede publicar una moneda sin ningún valor, ponerla en venta a 5000, y a partir de ese momento generar falsas expectativas entre todos los que tengan una moneda similar y busquen referencias en la red. Verlo publicado no significa que alguien vaya a pagar ese precio.
El otro mundillo a evitar es el de las redes sociales, donde todos opinan libremente de todo. De nuevo, una hermosa libertad, pero que muchas veces lleva a personas a opinar sobre lo que desconocen. Mucha gente busca valuaciones en grupos de Facebook, donde toda una fauna de personas comienza a dar opiniones divergentes, a menudo sin fundamentos, y no es raro que todo termine en discusiones y peleas entre un puñado de personas que ni siquiera estarían dispuestas a pagar la mitad de lo que dicen que vale el objeto.
La pregunta que siempre hay que hacerle a una persona que de una valuación es si estaría dispuesta a pagar dicho precio. Con esa simple pregunta puede separar a un interesado real, de gente que solo tiene buenas intenciones.
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